Sábado en El Calafate. Segundo día sin excursiones programadas, algo que alivía y permite disfrutar sin apuros. Decidimos a descansar y sacarle provecho a la habitación del hotel. Comenzamos mejor al día anterior, pues fuimos a desayunar con tiempo y luego volvimos a nuestro hogar pasajero. Mientras F dormía su siesta postdesayuno, H miró algo de TV. El respeto por los espacios personales son valorados y respetados, fuimos aprendiendo a llegar a esta instancia, creo que coincidimos que hacemos todo juntos, pero también tenemos momentos de soledad en los viajes. Es más, ahora mismo uno de nosotros escribe este relato en el restaurante del hotel, mientras el otro navega por la web desde otra maquina.
Pasado el mediodía salimos a caminar por El Calafate downtown. La idea era alquilar un par de bicicletas para recorrer el pueblo por nuestra cuenta. Teníamos el dato que salía $25 pesos el mediodía y 50 la jornada completa, pero donde encontramos ese precio no había más disponibles. La segunda opción fue ir a lugar céntrico donde también alquilaban, pero el precio era $16 la hora. Declinamos esa opción y se impuso el trekking.
Siguiendo con el recorrido gasolero, fuimos a hasta el tan promocionado museo de interpretación histórica. Está algo alejado del centro y hay que pasar varias curvas y un puente que pasa sobre el canal que atraviesa el pueblo. Lo bueno es que estaba bien señalizado el recorrido. Lo malo, el precio. Bastante para nuestro magro presupuesto (en realidad no queríamos gastar en algo que desde afuera parecía chico y nada interesante). Seguimos el mismo sendero y llegamos a la reserva ecológica Laguna Nimez.
Tras una breve charla con la guardafauna del lugar, comenzamos el circuito de unos 3 kilómetros donde se recorrían dos lagunas, una playa del Lago Argentino y se podían apreciar varias especies de aves. Un recorrido más bien tranqui y para pasar la tarde disfrutando el contacto con la naturaleza. Corría mucho viento, eso dificultó por tramos el paseo.
El sendero estaba bien marcado pero como dos cocoas, nos salimos varias veces del recorrido, llegamos hasta el borde de laguna, esto quiere decir que casi nos hundimos empantanados, pasamos de largo un camino, así que tuvimos que volver para retomar, lo bueno de habernos perdido en ese tramo fue que pudimos llegar hasta una playa de lago. Pudimos, de nuevo, ver y tocar lo que veíamos desde el hotel, un espejo de agua que por tramos toma el color turquesa, eso entre jodas que se sucedían entre estos dos sujetos que hasta se empujaban cual rugbiers buscando ganar posición. Cosas de Cocoas.
Cuando finalizamos el recorrido, seguimos nuestro camino por el pueblo. El próximo destino, la casa de descanso del matrimonio presidencial. Parece que el mapa que teníamos no estaba actualizado pues pasamos por calles que no figuraban en el papel. Pero cruzando un puente blanco, vimos una pareja tomándose fotos en una tranquera que era la entrada de la casa. ¿“Esta es la casa?”, preguntamos y el matrimonio dijo “sí”. No hacia falta más aclaraciones. La casa desde afuera no podía verse porque esta rodeada de árboles, pero parecía grande. Tomamos algunas fotos e hicimos varios comentarios, en realidad siempre imaginamos situaciones que al menos son verosímiles. Ej: ¿Qué pasa si Néstor y Cristina están discutiendo frente a los de seguridad y él le pega un cachetazo a ella? La respuesta genero un mini debate sobre las cuestiones de privacidad y la seguridad presidencial.
Caminamos unos metros y llegamos a la fábrica de chocolates artesanales, las ovejitas. Tomamos una rica merienda y vimos una demostración de cómo se hacen los bombones. Creo que nos quedamos ahí bastante tiempo porque estábamos cansados y era reconfortable estar dentro de un lugar calentito comparado con el viento patagónico que azotaba afuera.
El paseo a pata ya había acabado, el cansancio nos estaba ganando y se pedía a gritos una minisiesta. Por lo menos antes de cenar. Pasamos por la agencia a comprar la última excursión que decidimos hacer en El Calafate y por provisiones al supermercado. Nos esperaba el último atardecer en el “Esplendor”.
Quisimos ver G.I. Joe pero luego de 15 minutos, al no engancharnos para nada el argumento del film, quedamos dormidos. Casi dos horas después estábamos disfrutando de lo que sería nuestro último baño en la tina. De fondo sonaba música muy tranqui que rezaba bendiciones are Krishna (música de relajación que solo dejaban como una seda a H, F quería energía que ya tenía de sobra para soportar una incipiente tos!!!). Reflexionamos que era la segunda vez que en vacaciones nos topamos con música así. Hasta llegamos a preguntarnos si era un llamado de Krishna. Pero la respuesta automática fue NO y reírnos a carcajadas.
La cena estaba programada. Queríamos ir a Cambalache, un bar que teníamos descuento y una copa de vino gratis por el receptivo y que vimos de paso a la vuelta de la caminata por la tarde. Las porciones eran abundantes y deliciosas. Con la panza llena y corazón contento subimos un par de cuadras hasta el Casino. Era la noche de Roxana Ahmed, una cantante que parece conocida por estos lares.
Llegamos 12.40 y parece que el show comenzó con puntualidad patagónica porque sólo pudimos ver la parte final del concierto. Para H la mina estaba bastante baqueta y era una fumada porque contaba con los ojos cerrados y hacia movimientos como si estuviera meditando, quizás estaba poseída por algún duende del sur je!. Para F tenía muy buena voz y quedó conforme con lo visto.
Hicimos un recorrido por la sala de juegos, probamos suerte con una maquina pero no pasó nada… quizás sea verdad el dicho popular que dice, afortunado en el juego, desafortunado en el amor.
Volvimos rápido al hotel a reirnos un poco más viendo viejos videos en Youtube. Y, así, se apagaba otro día, la ultima velada en este paraje enclavado en el desierto del sur del país. Muchas cosas positivas nos llevamos a la almohada esa noche. Sobre todo, pasar un día más juntos divirtiéndonos gracias a nosotros mismos.
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Que lindo viaje!!!
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