miércoles, 24 de marzo de 2010

Sobre ruedas descubrimos Villa Angostura, Los Siete Lagos y San Martín de los Andes 24-03-10

Promedia la semana, es miércoles y Cris nos vino a buscar con el auto que alquilamos, un modelo weekend, pero antes desayunamos los tres en la habitación (nos trajeron tortas, café con leche, medialunas y galletitas varias). Terminamos y partimos.

El día se mostraba nublado y frío, llegamos recorriendo el Nahuel Huapi hasta Villa La Angostura. Estuvimos en su hermoso puerto y luego caminamos un rato por su pequeño y bello centro.

Los comercios del centro se mostraban hermosamente enmarcados en sus construcciones en madera, pero había poca gente y todo estaba cerrado, lo que nos invitó a tomar un café para seguir luego por un par de cuadras más. Era el día de la memoria y parecía un día domingo, ya que –obviamente- era feriado Nacional. El bosque y el contexto natural de sus árboles y plantas hacían del lugar como un pueblito extraído de un cuento de hadas, sin embargo se notaba que era un enclave VIP de ese rincón de la Patagonia (vale citar que ahí pasa sus vacaciones mucha gente de dinero, entre ellos la Princesa de la Casa Real de Orange: Máxima Zorreguieta y su familia).

Esa fue la antesala a volver a abordar el automóvil rentado para seguir deleitándonos con siete hermosos lagos y varios ríos que se pueden observar desde la ruta, de ripio que impide subir a más de 50 kms por hora, que varían el color de sus aguas de verde a un azul intenso.

El camino fue sumamente divertido y entretenido, H iba de acompañante de Cris el conductor, y F era el niño que dejaron en la parte trasera para su protección, simplemente porque es un Cocoa!. Bromas por doquier que se hacían eco de la condición gay de los tres ocupantes del rodado y todo el doble sentido que se pueda el lector imaginar, todo con el respeto que los tres acompañantes supieron comprender. Todo acompañado por exquisitos mates que preparó H con los elementos que Cris agraciadamente trajo, ya que estos cocoas olvidamos ese detalles bien argentino!.

El camino sinuoso, bello y rebelde se mostraba por momentos semi cortado, angostado mejor dicho, por los efectos de las réplicas del megasismo que sacudió Chile y que produjera importantes desmoronamientos en ese sector. Increíble, no sabíamos que tuviera tal impacto en esa zona. Asombrados seguimos, sin dejar de sorprendernos de las admirables vistas que nos regalaba el camino (de los siete lagos) creado por los hombres que se armonizaba con la creación de la naturaleza, sentirse nuevamente nada pero privilegiados se imponía una vez más en este viaje compartido.

Paradas en puntos panorámicos y en algunas playas donde estábamos casi solos, pagaban la libertad de poder seguir rutas alternativas a las excursiones tradicionales. Así seguimos camino. Dejamos el ripio para tras transitar por una hermosa ruta de montaña, que regalaba otras hermosas panorámicas que nos iban dejando anonadados tras cada curva.

Lo que sí nos impacto y nos puso un poco nerviosos era la velocidad en que las curvas eran tomadas, sin dejar de confiar en la experiencia de montaña de la que goza el señor Cristian, en el confiamos porque mañana seguimos los tres conociendo lugares juntos. Sin embargo eso nos hizo meditar sobre como serían dos cocoas manejando en esas rutas, y ambos concluimos que nos putearían porque iríamos a dos por hora! Ja.

Tras la ante última curva se presentó un bello lago azul enmarcado por dos montañas llenas de bosques verdes, el famosísimo lago Lacar!, puerta de entradas de San Martín de los Andes, más abajo y en la playa y muelle del lugar se veía el caserío que resultaba ser dicho poblado cordillerano.

San Martín creció mucho -dijo F- en ocho años, dentro de un crecimiento que se nota ordenado y que permite construcciones que simpatizan con la zona. Maderas y piedras hacen que las casas y edificios parezcan parte de otro cuento de hadas. El Lacar, se compadece naturalmente con la creación de sus habitantes, y allí tras comer unas empanadas, de carne y cordero (ricas para F pero no tanto para H), fuimos a tirarnos a sus playas. F palmó en la arena y los otros dos construyeron otras anécdotas mientras se iban conociendo más y más, compinches de observaciones de bellos o llamativos exponentes masculinos. Simplemente descanso y relax junto a lago, para luego ya cayendo el sol tras una de las montañas huir por otra ruta nuevamente hacía la perla de la Patagonia. Bariloche nos quería de vuelta.

El retorno fue por otra ruta que nos conectó de pasó con Junín de los Andes, un pequeño pueblo con muchas cabañas, para luego ver como la naturaleza se torna árida dejando detrás los bosques para dejar ver el bello desierto (estepa patagónica). En ese interín pudimos ver a lo lejos el extraordinario Volcán Lanín con su pico nevado y cubierto por nubes que lo hacen extremadamente imponente y bello.

El camino de vuelta se matizó con mates, canciones tipo karaokes y bromas de todo tipo y tenor, hasta llegar a Valle Encantado. Extraño e interesante por sus formas rocosas que invitan a imaginar formas delirantes que se parezcan a la realidad. Vimos un gran pene rocoso, obviamente, dedicado al segmento LGBT que rompería con los deseos de estos pequeños humanos.

El atardecer dio paso a la noche, el río limay se vuelve imponente en un lugar llamado Confluencia, para llegar al fin a una curva que tras pasarla nos mostró por lo bajo, una infinidad de luces que indicaba que ello era “San Carlos de Bariloche”.

Volvimos, nos divertimos un rato jugando al amor, nos bañamos y comimos unos ricos patys estilo casero con jamón y queso, regados con un cervecita y ahora nos aprestamos a tomar un tecito y luego mirar una película. Finalmente ponernos a soñar con otro día de ensueño en este paraíso del sur de nuestro planeta.

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