miércoles, 17 de marzo de 2010

Tierra, mar, faro, lobos y cine 3D (16/03/10)



Día de aniversario. Estamos juntos hace 22 meses y esta vez lo celebramos en la ciudad más austral del mundo: Ushuaia. Los festejos comenzaron pasada la medianoche del lunes luego de ver una muy buena película “La joven Victoria” y siguieron durante todo día pues la jornada fue verdaderamente intensa y extensa. En un día recorrimos el Parque Nacional Tierra del Fuego, nos embarcamos en el Tren del Fin del Mundo hasta Bahía Lapataia, vía Lago Roca. Llegamos hasta donde finaliza la Ruta 3, aquella que pasa por Buenos Aires y se hace Panamericana cuyo final al norte está en Alaska. Por la tarde, hicimos la navegación por el Canal de Beagle hasta el conocido (o mal llamado) Faro del Fin del Mundo. Por la noche fuimos al cine 3D, Sí señores, en la ciudad más al sur del mundo existe un cine que pasan películas en 3 dimensiones. En la cena probamos la tan promocionada centolla: creo que le pusimos mucha expectativa porque en la relación precio calidad no salio ganando el marisco (90 mangos para una casuelita que para alguien con mucho hambre sería la entrada).



Mañana. Comenzamos muy temprano, el reloj sonó a las 7.15 y el llamado de la recepción fue 10 minutos después. Salimos corriendo, casi sin desayunar, parece que no calculamos bien y los fueguinos son extremadamente puntuales (o nosotros impuntuales crónicos).

El primer destino fue el Tren del Fin del Mundo, un recorrido en un ferrocarril restaurado y hecho para el turismo, con explicación en tres idiomas (español, ingles y portugués) sobre cómo usaban y explotaban a los presos con el ferrocarril. Cabe recordar que Ushuaia es una ciudad que nació gracias al presidio, así que muchas referencias históricas están marcadas por los amigos de lo ajeno. El tren es pintoresco y el camino fue animado, paso rápido, hubo varias fotos para las postales. Lo único incomodo los asientos tan estrechos para un público que por lo general era bastante voluminoso.



La segunda parada fue el Lago Roca. Ahí comenzamos a soñar y planificar una nueva visita a estas latitudes porque es un lugar para acampar, hacer caminatas (y quedarse horas frente a ese lago helado que compartimos con Chile y hay mucho senderos excelentemente señalizados). Está en la frontera, en el punto más al sur que habíamos conocido hasta ese momento. El camping esta muy bueno y es altamente recomendable, en serio queremos este año aprender a manejar y tal vez pronto hacer una visita por acá, con auto de alquiler (desde el aeropuerto obvio).



La próxima parada fue el Fin del Mundo. Es una manera de decir, porque es donde finaliza la Ruta 3, donde está el cartel que indica los kilómetros a Buenos Aires y hacia Alaska. Antes pasamos por la bahía de Los Castores. Una mini caminata donde llegamos a un dique que armaron los roedores. Todos destacamos lo inteligente de esos animales y los grandes proyectos de ingeniería que crearon. El guía además destacó que son unos modificadores de ambiente. Los trajeron con fines comerciales pero no funcionó y hoy se siguen multiplicando y modificando el bosque. Lo mismo dijo de los conejos que los llamó “una plaga”.



Bahía Lapataia es el punto extremo terrestre es el lugar donde finaliza la cordillera de los Andes. F reflexionaba sobre la magnitud de la cordillera que nace en las rocallosas, tiene su punto máximo en el Aconcagua (Mendoza) y viene a morir aquí en Bahía Lapataia… Ahí estuvimos y celebramos haberlo visto.



Tarde. La excursión finalizó en el puerto. Esperamos hasta las 15.30 cuando partía la segunda que era la navegación. Hasta último momento estuvo en duda la realización de la travesía, pues el clima no acompañaba, hacia frío, llovía y corría mucho viento. Embarcamos sin saber si íbamos a salir, pero finalmente zarpamos.



Navegar por el Canal de Beagle es una experiencia digna de ser vivida. Más si uno se ubica mentalmente en qué parte del globo está; a cuantos kilómetros de Las Malvinas y de la Antártida y sobre todo que nos estábamos acercando al punto más al sur que podíamos llegar. Eso si fue estar en el culo del mundo!.



Pasamos por una isla (creo que Susana) donde había unos pájaros símil pingüinos y bajamos en la isla Marie Anne, un islote de quizás un kilómetro de circunferencia donde pudimos caminar, sentir más frío y sobre todo tener una vista excepcional de la ciudad.



El recorrido siguió con el catamarán hasta la isla de los lobos… donde vimos una colonia de lobos marinos que hacían la suya. Nos sorprendió el frío y el viento del lugar. Ellos, dormían tranquilos… estaban en su salsa…

La embarcación, que por momentos se movía demasiado, llegó hasta el Faro “Les Eclaireurs”, se lo conoce como el Faro del Fin del Mundo, pero no lo es… La guía fue muy astuta al nombrarlo como el faro de la Ciudad del Fin del Mundo. Pero es el emblema global que se asocia a esta ciudad en constante crecimiento.



El trayecto desde la isla de los lobos hasta el faro lo hicimos en la parte superior de la nave. Nos agarrabamos de donde podíamos para no caer, valía la pena estar ahí arriba para ver el lugar con nuestros ojos, sentirlo, vivirlo. No es lo mismo observarlo desde el interior de catamarán con calefacción y un cafecito. Nos mojamos, sacamos muchas fotos, muchas desechables, otras para concursos de fotografía (es otra cosa que nos gusta a ambos, tomar fotos de lugares, en otros de los sueños despiertos que tenemos, queremos equiparnos con buenas cámaras y tomar fotos por el mundo).

Volvimos mojados y tiritando abajo con el resto del pasaje. La vuelta fue rápida y bastante movida. Por momentos pensamos que íbamos a vomitar. Por lo menos H estuvo a punto.

En tierra firme pasamos a tomar un chocolate de cortesía y nos pusimos de acuerdo para ir a ver el cine. Cuando estamos esperando a salir en la excursión, vimos en la Oficina de Turismo que a las 20 y 22.30 daban Alicia en el País de las Maravillas en 3D. Debemos confesar que fuimos mal pensados y prejuiciosos. No creímos que habría un cine 3D y en su lugar pensamos que algún distraído pensó que el titulo del film de Tim Burton era completo “Alicia en el País de las Maravillas en 3D”. Somos malos, lo sabemos.

El cine parece que es un galpón de la antigua prisión, pero en su interior no tenia nada que envidiar a las salas porteñas. El contraste lo notamos al finalizar la película. Cuando la gente estaba saliendo, abrieron la salida de emergencia y se veía el pasto de la parte trasera del terreno. Sí, desde la butaca, veíamos una puerta y desde ahí pasto verde humedo por la garúa de la tarde. Parecía una visión más después de la fumada película de Burton.



Noche. Después del cine fuimos a cenar. Era “La Cena”, desde que llegamos decíamos que teníamos que probar la centolla, buscamos precios y cómo es mejor degustarla. Pero el lugar elegido estaba cerrado y caímos en un restó que no nos gustó mucho. La atención 5 puntos (sobre 10) y somos buenos. Como gasoleros preguntamos si las porciones son para compartir y el mozo miro como si hubieron cometido una herejia! y solo atino a decir: “Los platos de centolla son individuales”… igual pedimos una entrada de rabas y probamos la centolla en cazuela. Debemos decir que es muy rica. Pero solo eso. No nos enloqueció… quizás en el lugar no la prepararon bien…



Volvimos caminando a la posada, luego de un día muy largo. Llegamos a las 11.30 y comenzamos a prepararnos para dormir, estábamos exhaustos y era nuestra ultima noche en ese lugar de ensueño. Las 12 nos encontraron dentro de nuestra habitación (la N°13), un día más de este hermoso viaje se acababa y un aniversario más fue celebrado, este, como ningún otro, nos mantuvo juntos las 24 horas del día. Pero H roncó a más no parar antes que el amor los hallara unidos y F enojado se dio media vuelta y se durmió, al día siguiente todo bellamente siguió.

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