miércoles, 24 de marzo de 2010
Sobre ruedas descubrimos Villa Angostura, Los Siete Lagos y San Martín de los Andes 24-03-10
El día se mostraba nublado y frío, llegamos recorriendo el Nahuel Huapi hasta Villa La Angostura. Estuvimos en su hermoso puerto y luego caminamos un rato por su pequeño y bello centro.
Los comercios del centro se mostraban hermosamente enmarcados en sus construcciones en madera, pero había poca gente y todo estaba cerrado, lo que nos invitó a tomar un café para seguir luego por un par de cuadras más. Era el día de la memoria y parecía un día domingo, ya que –obviamente- era feriado Nacional. El bosque y el contexto natural de sus árboles y plantas hacían del lugar como un pueblito extraído de un cuento de hadas, sin embargo se notaba que era un enclave VIP de ese rincón de la Patagonia (vale citar que ahí pasa sus vacaciones mucha gente de dinero, entre ellos la Princesa de la Casa Real de Orange: Máxima Zorreguieta y su familia).
Esa fue la antesala a volver a abordar el automóvil rentado para seguir deleitándonos con siete hermosos lagos y varios ríos que se pueden observar desde la ruta, de ripio que impide subir a más de 50 kms por hora, que varían el color de sus aguas de verde a un azul intenso.
El camino fue sumamente divertido y entretenido, H iba de acompañante de Cris el conductor, y F era el niño que dejaron en la parte trasera para su protección, simplemente porque es un Cocoa!. Bromas por doquier que se hacían eco de la condición gay de los tres ocupantes del rodado y todo el doble sentido que se pueda el lector imaginar, todo con el respeto que los tres acompañantes supieron comprender. Todo acompañado por exquisitos mates que preparó H con los elementos que Cris agraciadamente trajo, ya que estos cocoas olvidamos ese detalles bien argentino!.
El camino sinuoso, bello y rebelde se mostraba por momentos semi cortado, angostado mejor dicho, por los efectos de las réplicas del megasismo que sacudió Chile y que produjera importantes desmoronamientos en ese sector. Increíble, no sabíamos que tuviera tal impacto en esa zona. Asombrados seguimos, sin dejar de sorprendernos de las admirables vistas que nos regalaba el camino (de los siete lagos) creado por los hombres que se armonizaba con la creación de la naturaleza, sentirse nuevamente nada pero privilegiados se imponía una vez más en este viaje compartido.
Paradas en puntos panorámicos y en algunas playas donde estábamos casi solos, pagaban la libertad de poder seguir rutas alternativas a las excursiones tradicionales. Así seguimos camino. Dejamos el ripio para tras transitar por una hermosa ruta de montaña, que regalaba otras hermosas panorámicas que nos iban dejando anonadados tras cada curva.
Lo que sí nos impacto y nos puso un poco nerviosos era la velocidad en que las curvas eran tomadas, sin dejar de confiar en la experiencia de montaña de la que goza el señor Cristian, en el confiamos porque mañana seguimos los tres conociendo lugares juntos. Sin embargo eso nos hizo meditar sobre como serían dos cocoas manejando en esas rutas, y ambos concluimos que nos putearían porque iríamos a dos por hora! Ja.
Tras la ante última curva se presentó un bello lago azul enmarcado por dos montañas llenas de bosques verdes, el famosísimo lago Lacar!, puerta de entradas de San Martín de los Andes, más abajo y en la playa y muelle del lugar se veía el caserío que resultaba ser dicho poblado cordillerano.
San Martín creció mucho -dijo F- en ocho años, dentro de un crecimiento que se nota ordenado y que permite construcciones que simpatizan con la zona. Maderas y piedras hacen que las casas y edificios parezcan parte de otro cuento de hadas. El Lacar, se compadece naturalmente con la creación de sus habitantes, y allí tras comer unas empanadas, de carne y cordero (ricas para F pero no tanto para H), fuimos a tirarnos a sus playas. F palmó en la arena y los otros dos construyeron otras anécdotas mientras se iban conociendo más y más, compinches de observaciones de bellos o llamativos exponentes masculinos. Simplemente descanso y relax junto a lago, para luego ya cayendo el sol tras una de las montañas huir por otra ruta nuevamente hacía la perla de la Patagonia. Bariloche nos quería de vuelta.
El retorno fue por otra ruta que nos conectó de pasó con Junín de los Andes, un pequeño pueblo con muchas cabañas, para luego ver como la naturaleza se torna árida dejando detrás los bosques para dejar ver el bello desierto (estepa patagónica). En ese interín pudimos ver a lo lejos el extraordinario Volcán Lanín con su pico nevado y cubierto por nubes que lo hacen extremadamente imponente y bello.
El camino de vuelta se matizó con mates, canciones tipo karaokes y bromas de todo tipo y tenor, hasta llegar a Valle Encantado. Extraño e interesante por sus formas rocosas que invitan a imaginar formas delirantes que se parezcan a la realidad. Vimos un gran pene rocoso, obviamente, dedicado al segmento LGBT que rompería con los deseos de estos pequeños humanos.
El atardecer dio paso a la noche, el río limay se vuelve imponente en un lugar llamado Confluencia, para llegar al fin a una curva que tras pasarla nos mostró por lo bajo, una infinidad de luces que indicaba que ello era “San Carlos de Bariloche”.
Volvimos, nos divertimos un rato jugando al amor, nos bañamos y comimos unos ricos patys estilo casero con jamón y queso, regados con un cervecita y ahora nos aprestamos a tomar un tecito y luego mirar una película. Finalmente ponernos a soñar con otro día de ensueño en este paraíso del sur de nuestro planeta.
martes, 23 de marzo de 2010
Cerro Tronador, ventisqueros negros, cascadas y bosques de ensueño (23-03-10)

Martes. Otras vez nos dormimos, dimos vueltas y nos debieron esperar, por suerte éramos los primeros en subir a la combi que nos llevó a la Cascada Los Alerces y luego el hermoso, uno de los más lindos del planeta, según los entendidos, “Cerro Tronador”.
Una guía fuera de serie, entretenida y con mucha chispa que nos deleitó con sus anécdotas, leyendas bien contadas que se hacen sencillas de recordar y una excelente presentación de los lugares naturales que fuimos conociendo. Una de las leyendas que narró María Inés fue la de Amancay. Debemos destacar de nuevo la manera de relatar, muy amena y actual, usando palabras como “se jugó por ella” y demás. Pero la historia que marcó fue la del Trauco .

Personaje con el que las chicas (mujeres la mayoría) hicieron bromas todo el viaje!, dando la impresión que deseaban que el personaje existiera y fueran convocadas en el poder de su chistido particular (recordemos que el personaje posee un atributo que exalta su masculinidad y viola a las mujeres solas). Nosotros mutis al foro, por las dudas!, NO LO NECESITAMOS!.-
Llegamos al punto donde visitamos la cascada de los Alerces. Antes una visita a un parador regenteado por una anciana de 96 años que tiene la particularidad de estar en pareja con un hombre más joven de 50 años!. Comentarios a raudales pero de felicitación a la vitalidad de la anciana. En ese lugar, famoso por esto, comimos las tortas fritas más ricas que pudiéramos saborear, acompañadas de un café con leche. Satisfechos, ascendimos el sendero que bordeaba el río Manso, allí felices encontramos la caída bellísima del río en una forma de cascada y con unos colores azul profundo vívido que impactaba (nos remitimos a las fotos). Impactante verlo y sentir su rugido al caer.

Seguimos y nos sorprendimos, con varias paradas para tomar fotos, con paisajes de ensueño, que nos permiten sostener que Dios en este lugar dejó su marca para señalarnos cual es su modelo del paraiso!. Llegamos al ventisquero negro! Un glaciar que en su base se pone negro por los sedimentos que se le acumulan en su caída, cual está en un marcado retroceso, no se sabe si por el cambio climático o por una, teoría que se arraiga, escape de un volcán que antes supo estar activo. IMPRESIONANTE, porque encima se ven otros glaciares cuyos frentes se asoman a la empinada montaña y que tienen como 80 metros de altura pero se encuentran en la cima del cerro!.

Justo en ese momento se produjeron dos avalanchas de pedazos de los glaciares superiores que nos permitieron identificar el sonido, como el de una explosión, que se asemeja a un gran trueno, de ahí que el cerro se llame “Tronador”.

En la base del tronador almorzamos, para luego ir caminando hasta “La Garganta del Diablo”, ambos muy cansado nos deleitamos de la visión de la imponente montaña que logramos ver al finalizar el camino que conduce a la mejor vista de esa cascada que escurre el agua del glaciar. El esfuerzo se premia por la visión del paisaje que se obtiene allí.

La vuelta se hizo más corta, nos dormimos como una hora y media, cansados por el extenso viaje. Compramos algo para cenar, y volvimos al hotel donde nos esperaba Cristian para coordinar el viaje en el auto alquilado, merienda con chocolate frío y masas con su visita, cual matrimonio que recibe amigos en su casa, para una vez retirado nuestro guía, bajamos a tomar una botella entera de Baileys a orillas del Lago Nahuel Huapí viendo como anochecía en la playa de nuestro hotel. Sublime.

La noche se precipitó sobre nosotros, pero dio lugar a una luna que permitía observar el contorno y dibujar de plateado el lago que, a diferencia de las otras noches, no se mecía por el fuerte viento proveniente del pacífico. Brindis y promesa de que “lo mejor, siempre, está por venir”, tomados de la mano se vació la botella, cantando canciones que conocíamos, para decidir volver a nuestra habitación seguimos jugando al amor y disfrutar de una velada entre las burbujas del jacuzzi bajo la tenue luz de una vela.

Otro día terminaba, quizás faltaba una fogata en la playa o en el hogar de nuestra habitación pero lo que tuvimos fue suficiente y entrañable. Parece que María Inés tenía razón cuando durante el viaje dijo que antes de dormirnos cerraríamos los ojos y reviviríamos las montañas, cascadas, bosques, glaciares y lagos que hipnotizaron nuestros ojos durante la jornada. Estamos por acostarnos a dormir y seguro soñaremos con más Patagonia.
Lunes de descubrimientos (22-03-10)
Culminado el desayuno volvió Cris quien se puso a nuestra disposición ya que nos haría las veces de guía ya que su próximo contingente de 300 ecuatorianos gays vendría en mayo, y ahí sí tendría el stress suficiente como para rogar por descanso, ahora estábamos nosotros. Así pactamos alquilar un auto dos días con él al mando y conocer, por nuestra cuenta, distintos lugares que ya contaremos. Arreglamos un par de excursiones extras para completar el itinerario de la semana y con su compañía nos condujimos en un remis al centro (estabamos a 7 kms, justo frente al restaurant Patacon, donde cenó Bill Clinton cuando asistió a una cumbre en esta ciudad en el gobierno de Carlos Menem).
Alquilamos el auto, pagamos en realidad. De igual modo con las excursiones. Visitamos un negocio tipo free shop, donde compramos dos baileys, y F ropa. Luego descubrimos como creció el centro desde hace 8 años que fue nuestra última visita (por separados ya que no nos conocíamos) y como se acrecentó la cantidad de gente en las calles, y –en consecuencia- de autos. Y con bromas de Cristian y, jugando con el doble sentido, haciéndole la segunda nosotros, contemplamos el lago desde un banco en el Centro Cívico junto al san bernardo típico, para luego culminar la mañana con un almuerzo gourmet y económico con el que agazajamos la buena onda de Cris.
Tarde. Agradecidos, aceptamos la propuesta de Cristian de acompañarnos en micro hasta el Cerro Campanario donde él nos sacó la entrada a la aerosilla que llega a su cima con precio a mitad de su valor ya que se anunció como residente (cosa que es verdad, salvo por nosotros). Y facilitarnos una tarjeta de transporte automotor que permite viajar a mitad de precio aproximadamente. Un capo.
Cerro Campanario. A simple vista, tras superar nuestro miedo a la aerosilla y sus caídas, de solo recorrer sus distintos miradores se entiende porque desde dicho lugar dicen se observa una de las mejores 7 vistas del planeta. Pese a la lluvia intermitente, se nublaba y salía el sol, disfrutar de ése esplendido lugar no se hizo negar. Salvo por un nubarron que se produjo en virtud a que H y Cristian se fueron recorrer otro mirador y F distraído, si bien se le indicó “VAMOS”, al buscarlos los perdió y se desencontró (ya que fue al lado opuesto a donde habían ido estos dos), y al reencontrarse con H increparlo de que lo banque la próxima e iniciar un malhumor que se prolongó con silencios y palabras cortas hasta un buen rato. Cosas de pareja.
A todo esto Cristian tenía que volver y los cocos se quedaron, solos a su suerte, en la confitería de la cima a tomar dos chocolates en silencio, para luego descender en aerosilla mientras una tenue lluvia mojaba sus camperas impermeables y tomaron el ómnibus que los depositó en un almacén a dos cuadras de su alojamiento, donde compraron fideos, salsas y bebidas varias para esa noche.
Juntos cocinaron, disfrutaron de un buen baño de burbujas e inmersión, cenaron y se aprestaron a ver “SI SEÑOR”, una típica comedia de Jim Carrey, H se planchó al poco de comenzar y F logró llegar al final de la misma, tras lo cual y sin preámbulos unirse al sueño con su novio. Fin de otro día en la Patagonia.
domingo, 21 de marzo de 2010
Fin de la mitad del viaje (21-03-10)
Nos pasaban a buscar a las 9:30 horas, sabiendo esto, y previendo que teníamos que armar los bolsos para dejar la habitación antes del check out de las 10, decidimos hacer sonar todas las alarmas a las 8:00 horas, pero cediendo y permitiéndonos dejarnos estar diez minutos más, y otros más, sumado a nuestra despedida de mieleros, recién nos incorporamos a las 8:40 horas.
Desesperados tiramos todo en los bolsos, corrimos a bañarnos. F bajó a desayunar a las apuradas, al rato bajó H, y sin poder probar mucho del exquisito buffet froid, salir corriendo porque puntualmente, otra vez, estaban esperando por nosotros. Bajamos los bolsos, cancelamos el consumo de la habitación, y corrimos al bus tras depositar nuestras mega mochilas en el lugar reservado para su custodia. Otra vez permitíamos que la adrenalina nos corriera, será por eso que preferimos no tener nada contratado? Ja, creemos que sí.
Tras hacer el pool hotelero y recorrer los kms que separan el pueblo del cerro, entramos hasta una base donde hay un gran jardín de invierno y tras hacer unos pasos ingresamos al establo. Charla técnica previa, con la ayuda de un gaucho esforzar nuestros inútiles cuerpos para torpemente ganar el lomo del caballo. F encima de Vader (un caballo negro) y H sobre “Al Capone”. F se mostraba más suelto en el comando del caballo, de hecho estaba como cinco caballos detrás de H, y rompió filas para ir al encuentro de “Al Capone”, será que no podemos estar separados???, ja, no, pasa que ir en fila resulta aburrido.
H mansamente guiaba su caballo para que fuera tranquilo, no le gustaba el galopar del animal, parece que directamente esto de la cabalgata no le gustaba, pero complació a F. Así ascendieron, entre precipicios y senderos cruzaron vacas, guanacos y liebres y tuvieron majestuosas vistas de la estepa, el Lago Argentino y el Roca.
La cabalgata se hizo extensa y entretenida, pero el andar del caballo hacían doler las entre piernas y hacían desear un pronto fin a la travesía, pero esta parecía demorarse, a esto se le sumaba que el caballo de H se paraba para cagar, se detenía sin motivos, y lo dejaba pastar (algo que nos indicaron impidiéramos, pero la clemente alma de H se compadecía), hacía algo más lento su andar, pero llegamos a destino, sanos y salvos y con mucha hambre, para paliarlo un excelente asado!.
El asado riquísimo, chorizos sabrosos, pollo, carnes y cordero de la región, hacían el deleite de los hambrientos tortolitos que charlaron y brindaron por el fin de la mitad de las vacaciones y se prometieron un mejor pasar, aún en Bariloche, y recordaron que hoy comenzaba el otoño, brindando por una buena temporada otoñal. Comimos postre, tes digestivos y café y vuelta al hotel a esperar por la van que nos trasladará a las 17 al aeropuerto. Allá vamos Bariloche! CONTINUARA…
Llegada a Bariloche. Vuelo movido si los pudo haber, no pudieron darnos ni comidas o snacks y hasta uno de nosotros llegó a rezar. Pero llegamos, casi con una hora de retraso. Al arribar estaba un cartel de bienvenida que era sostenido por Cristian, el dueño del receptivo turístico de la ciudad exclusivamente gay. Un chico con mucho empuje que cree en el segmento y en buscar alternativas que ayuden a evitar la discriminación para el turista GLBT que desee hacer turismo en esta bella ciudad.
Nos dejó en el hotel Lirolay (apart onda cabaña). La suite hermosa. Hasta un Jacuzzi con vista al lago y una salida a un jardín que baja al Lago Nahuel Huapi. Que agregar, simplemente vean las siguientes fotos. Un privilegio, justificado en el año de ahorro y esfuerzo que se gozan en estos días de placer.
Breve charla con Cris sobre las excursiones posibles, despedidas hasta el día siguiente, jacuzzi y feliz sueño tras degustar unos exquisitos canelones de verduras a la salsa de hongos patagónicos, delicia del lugar. Amor, sueño y a esperar el primer lunes en este bello lugar. Lugar que, debemos aclarar, está completamente cambiado, muchas construcciones nuevas y una costanera (Av. Bustillo) que se mimetiza perfectamente entre el desarrollo urbano y la naturaleza. Bariloche: JOYA, realmente se merece el titulo de “reina de la Patagonia”.
Dos cocoas contra el viento (20-03-10)
Pasado el mediodía salimos a caminar por El Calafate downtown. La idea era alquilar un par de bicicletas para recorrer el pueblo por nuestra cuenta. Teníamos el dato que salía $25 pesos el mediodía y 50 la jornada completa, pero donde encontramos ese precio no había más disponibles. La segunda opción fue ir a lugar céntrico donde también alquilaban, pero el precio era $16 la hora. Declinamos esa opción y se impuso el trekking.
Siguiendo con el recorrido gasolero, fuimos a hasta el tan promocionado museo de interpretación histórica. Está algo alejado del centro y hay que pasar varias curvas y un puente que pasa sobre el canal que atraviesa el pueblo. Lo bueno es que estaba bien señalizado el recorrido. Lo malo, el precio. Bastante para nuestro magro presupuesto (en realidad no queríamos gastar en algo que desde afuera parecía chico y nada interesante). Seguimos el mismo sendero y llegamos a la reserva ecológica Laguna Nimez.
Tras una breve charla con la guardafauna del lugar, comenzamos el circuito de unos 3 kilómetros donde se recorrían dos lagunas, una playa del Lago Argentino y se podían apreciar varias especies de aves. Un recorrido más bien tranqui y para pasar la tarde disfrutando el contacto con la naturaleza. Corría mucho viento, eso dificultó por tramos el paseo.
El sendero estaba bien marcado pero como dos cocoas, nos salimos varias veces del recorrido, llegamos hasta el borde de laguna, esto quiere decir que casi nos hundimos empantanados, pasamos de largo un camino, así que tuvimos que volver para retomar, lo bueno de habernos perdido en ese tramo fue que pudimos llegar hasta una playa de lago. Pudimos, de nuevo, ver y tocar lo que veíamos desde el hotel, un espejo de agua que por tramos toma el color turquesa, eso entre jodas que se sucedían entre estos dos sujetos que hasta se empujaban cual rugbiers buscando ganar posición. Cosas de Cocoas.
Cuando finalizamos el recorrido, seguimos nuestro camino por el pueblo. El próximo destino, la casa de descanso del matrimonio presidencial. Parece que el mapa que teníamos no estaba actualizado pues pasamos por calles que no figuraban en el papel. Pero cruzando un puente blanco, vimos una pareja tomándose fotos en una tranquera que era la entrada de la casa. ¿“Esta es la casa?”, preguntamos y el matrimonio dijo “sí”. No hacia falta más aclaraciones. La casa desde afuera no podía verse porque esta rodeada de árboles, pero parecía grande. Tomamos algunas fotos e hicimos varios comentarios, en realidad siempre imaginamos situaciones que al menos son verosímiles. Ej: ¿Qué pasa si Néstor y Cristina están discutiendo frente a los de seguridad y él le pega un cachetazo a ella? La respuesta genero un mini debate sobre las cuestiones de privacidad y la seguridad presidencial.
Caminamos unos metros y llegamos a la fábrica de chocolates artesanales, las ovejitas. Tomamos una rica merienda y vimos una demostración de cómo se hacen los bombones. Creo que nos quedamos ahí bastante tiempo porque estábamos cansados y era reconfortable estar dentro de un lugar calentito comparado con el viento patagónico que azotaba afuera.
El paseo a pata ya había acabado, el cansancio nos estaba ganando y se pedía a gritos una minisiesta. Por lo menos antes de cenar. Pasamos por la agencia a comprar la última excursión que decidimos hacer en El Calafate y por provisiones al supermercado. Nos esperaba el último atardecer en el “Esplendor”.
Quisimos ver G.I. Joe pero luego de 15 minutos, al no engancharnos para nada el argumento del film, quedamos dormidos. Casi dos horas después estábamos disfrutando de lo que sería nuestro último baño en la tina. De fondo sonaba música muy tranqui que rezaba bendiciones are Krishna (música de relajación que solo dejaban como una seda a H, F quería energía que ya tenía de sobra para soportar una incipiente tos!!!). Reflexionamos que era la segunda vez que en vacaciones nos topamos con música así. Hasta llegamos a preguntarnos si era un llamado de Krishna. Pero la respuesta automática fue NO y reírnos a carcajadas.
La cena estaba programada. Queríamos ir a Cambalache, un bar que teníamos descuento y una copa de vino gratis por el receptivo y que vimos de paso a la vuelta de la caminata por la tarde. Las porciones eran abundantes y deliciosas. Con la panza llena y corazón contento subimos un par de cuadras hasta el Casino. Era la noche de Roxana Ahmed, una cantante que parece conocida por estos lares.
Llegamos 12.40 y parece que el show comenzó con puntualidad patagónica porque sólo pudimos ver la parte final del concierto. Para H la mina estaba bastante baqueta y era una fumada porque contaba con los ojos cerrados y hacia movimientos como si estuviera meditando, quizás estaba poseída por algún duende del sur je!. Para F tenía muy buena voz y quedó conforme con lo visto.
Hicimos un recorrido por la sala de juegos, probamos suerte con una maquina pero no pasó nada… quizás sea verdad el dicho popular que dice, afortunado en el juego, desafortunado en el amor.
Volvimos rápido al hotel a reirnos un poco más viendo viejos videos en Youtube. Y, así, se apagaba otro día, la ultima velada en este paraje enclavado en el desierto del sur del país. Muchas cosas positivas nos llevamos a la almohada esa noche. Sobre todo, pasar un día más juntos divirtiéndonos gracias a nosotros mismos.
sábado, 20 de marzo de 2010
Descanso y tradición (19-03-10)

Es viernes ya. Nada programado, sólo nos dispusimos a descansar y dejar que el sueño únicamente se interrumpa para desayunar. Eso pasó a las 1030. Volvimos a la habitación, terminamos de ver la película que señalamos el día de ayer. Un poco de tele y dormir un rato más. Pasado el mediodía reconocimos que nos dedicaríamos a hacer lo que nos plazca dentro de la hermosa habitación asignada, así que uno u otro, rotando por las distintas comodidades del lugar, leímos, escribimos, bajamos fotos y completamos este blog.
Ya promediando la tarde, allá por las 14.30, H decidió ir a caminar mientras F se dejaba derrotar por una reparadora siesta. H recorrió todos los negocios de ropas y artesanías, compró postales y se sorprendió una vez más por los altos precios para los magros bolsillos de estos argentinos. F despertó y se relajó con un excelente baño de inmersión que lo dejó preparado para enfrentar una tarde de excursión distinta, lo único que se habían decidido ambos hacer.
Visitamos una estancia: “El galpón del Glaciar”. Allí nos recibieron en un agradable lugar donde fuimos convidados a merendar riquísimas exquisiteces dulces, con té, café y una caliente chocolatada. Mientras tomábamos la merienda notamos un gaucho un tanto amanerado, primero pensamos que era sugestión nuestra, pero con el correr de los minutos y al hablar con él nos dimos cuenta que se le caían miles de plumas mientras caminaba. Como existe el gauchetto, en estos lares encontramos a La Guachitto…
Luego, guiados por un joven gaucho de nombre “Federico”, caminamos un trayecto muy interesante donde observamos aves, vegetación del lugar, todo enmarcado por las áridas montañas de ése bello confín de la tierra, al tiempo que el tercer lago más grande del mundo (Lago Argentino) se acercaba y nos deleitaba con su olas en una playa de piedras que invitaba a relajarse a su lado. Federico fue sumamente didáctico y daba gusto escuchar sus explicaciones al tiempo que la naturaleza nos permitía ver todos los pájaros que él señalaba y el ligero correr de liebres, hasta depositarnos en las playas del lago para ver, justo en ése preciso instante, como el sol se escondía detrás del Cerro Frías, allí volvimos al casco de estancia.
La vuelta se mostró extensa y de rápido caminar. Vimos un arreo de ovejas por parte de dos hermosos perros entrenados para guiarlas durante sus pasturas. Las ovejas miedosas y obedientes a la vez, corrían al ladrido de los perros que ponían orden en su caminar. Lo gracioso fue ver como una cocoa ovejuna caía al correr en un foso de agua desesperada por huir de los perritos (pequeños) que la obligaban a mantener el camino que les era marcado.
Esa mismo oveja, cual cocoa de profesión, fue la elegida para demostrarnos como era el proceso de esquila, la verdad, aunque no dábamos un mango por esta excursión (que se impuso para hacer algo) fue sumamente entretenida, interesante e instructiva.
Allí estaba la oveja cocoa, dominada por el hombre, rendida por su débil abdomen que le impide zafarse de la posibilidad de no perder su lana. No tiene fuerza y en escasos tres minutos quedó desnuda ante el nutrido auditorio que la fotografiaba. De cada oveja sacan entre 5 y 8 kilos de lana que se envía a otro país para que vuelva industrializada en otros bienes, sobre todo a China.
Así, tras esa demostración, volvimos al punto de partida pero tras 4 horas que nos dieron mucho hambre. Y, por fin, llegó el momento de probar el famoso cordero patagónico.
Entre ensaladas y regado por dos botellas de vino tinto sentimos como nos íbamos picando y disfrutando de una interesante charla con un matrimonio español, sobre la actualidad, lo interesante del lugar y la decadencia cultural de nuestro país y del mundo. El cordero un manjar, tierno y de sabor sumamente agradable. El vino ideal para terminar esa noche y esa hermosa excursión. Antes del fin un entretenido show musical de danza donde observamos gatos, samba y malambo, con las famosas boleadoras, y el infaltable tango que deleita a propios y ajenos, telón de despedida de un hermoso lugar, en una noche cerrada que invitaba a un poco más.
Volvimos al hotel, y picados, seguir brindando y tomar un par de tragos más en el también hermoso bar del lugar. La noche se hacía carcajadas y aún más entonados, subimos a la habitación donde brindamos hasta terminar nuestra botella de “Amarula” (licor proveniente de Africa que compramos en el freeshop de Ushuaia) que se hace exquisito trago tras trago. En ése derrotero de brindis poner música, que a F se le antojó ponerla en el equipo de audio a todo volumen, lo que motivo un llamado de la recepción para no perturbar a los otros huéspedes (parece que tan insonorizadas no estaban las paredes, jajaja), y ante esto pasar a improvisar un karaoke con letras que buscábamos en Internet para acompañar lo que iba sonando en el cd, para un rato largo después y ya avanzada la madrugada, ceder al sueño y al cansancio de un día distinto pero hermoso de todo punto de vista.
Jamás olvidaremos las postales de aquel día bien argentino, en el campo, con asado, interesante charlar y redescubriendo la alegría que el alcohol nos propone sostener en cada uno de nuestros brindis de vino tinto y fernet. Así terminamos este viernes: Juntos y roncando sin esperar el sueño de uno o el otro, F se rindió sin poder sostenerse y más tarde, irrebatiblemente, lo siguió H.
El día que conocimos los glaciares (18/03/10)

Segundo día en El Calafate y la jornada prometía paisajes de postales. El día comenzó temprano y como de costumbre salimos corriendo de la habitación, tomamos algo ligero de desayuno, porque ya nos estaba esperando la agencia para llevarnos a la excursión de día completo: Minitreking por el Glaciar Perito Moreno y Pasarelas.
El Parque Nacional Los Glaciares está a 80 Km del pueblo así que sumado a la búsqueda de los compañeros de jornada en unas dos horas ya estábamos en un mini puerto donde nos embarcaríamos para hacer el trekking sobre una parte del glaciar.
Durante el viaje dormimos un poco más. Hay que decir que El Calafate está enclavado de un desierto y es destacable que se haya montado un pueblo (aún no es Ciudad) en medio de la nada. Mucho tuvo que ver la cercanía a los glaciares y sobre todo en los últimos años que tenemos mandatarios que son de estos lares y tienen su casa de descanso acá mismo.
La entrada al parque cuesta $25 para argentinos, 70 para extranjeros. Una vez en el parque el paisaje cambia, del desierto se pasa al bosque patagónico (estepa patagónica), camino sinuoso de altura y el frío comenzaba a asomar. En el aire se sentía que estábamos a pocos kilómetros del majestuoso Perito Moreno.

Luego de una curva apareció imponente el glaciar, en ese momento se vio un bloque gigante de hielo enclavado entre dos montañas, más tarde veríamos y caminaríamos sobre él, veríamos grietas y gracias a que salió sol, el color pasó de blanco a celeste intenso.
En la navegación por un brazo del Lago Argentino, pudimos percibir la magnitud del glaciar y ver témpanos que flotaban alrededor de la embarcación. Viajamos afuera del barquito para tomar fotos y ver con nuestros propios ojos la atracción del día. Una vez en tierra y luego de la charla de rigor sobre glaciarismo (muy interesante y didáctica a decir verdad) subimos hasta una plataforma donde nos pusieron grampones para caminar sobre el hielo.

El primer contacto con el hielo fue raro, pero imponente y privilegiado es tener la oportunidad de acercarte tanto a ése enclave único en este planeta. Todos pisábamos con mucha desconfianza, como pidiendo permiso al hielo eterno para clavarle los picos que sostenían nuestro andar. La caminata fue estupenda, una vez que pudimos controlar como eran los pasos para subir y para bajar. El clima acompañó mucho, pues no hizo mucho frío, no corría viento y el sol aparecía de a tramos. En primer plano estar sobre el glaciar es una experiencia que todos deberían probar. No es difícil caminar con los grampones y son muy cómodos una vez dominados.
Pasamos por grietas que mostraban gran profundidad y un azul intenso, subimos a balcones de hielo para tener vistas panorámicas, pasamos por paredones blancos donde algunos se montaban a dos picos para simular que escalaban sobre hielo (nosotros obviamos esa foto, seria una farsa sacar una de ese estilo)… Los guías de montaña cumplieron con las expectativas, Federico estaba a cargo, le puso toda la onda, fue claro y didáctico al explicar las características de la montaña y nuestras dudas. El acompañante era un banana que parecía estar más preocupado en demostrar lo rápido y bien que se movía en el hielo que hacer cómodo el caminar de los turistas.

Lo más difícil de caminar sobre ese bello terreno blanco es el riesgo de caer en alguna grieta y el desafio se imponía cuando la cuestión era bajar zonas empinadas, allí hicimos agua los dos, pero el más afectado e incomprendido fue F, ya que los guías le decían que tirara su cuerpo hacía atrás para equilibrar el cuerpo en la bajada, y él no podía, hacía exactamente lo contrario, se inclinaba hacia delante, con el consiguiente riesgo de caer, y todo se extremo cuando el guía “banana” le hizo un chiste como de tratarlo de inútil. Tras este episodio, F fiel al poder de su ego, se sobrepuso y al final del trayecto dominaba con seguridad cada una de las bajadas con una forzada técnica que logró aprender.
Y, como frutilla del postre, se nos agasajó con un rico Whisky con hielo glaciar, algo estupendo para paliar el frio que nos circundaba, así llegamos al final del encuentro con esta belleza natural que nos pertenece a todos los argentinos y preservamos para la humanidad. Orgullo, pasión y energía descubrirán en este sector del planeta.

Párrafo a parte debemos destacar que en el viaje siempre hay gente rara o llamativa, quizás somos nosotros para los demás, pero en este caso era un matrimonio que rondaba los setenta años, ella Betty él, Pedro. Si de parejas desparejas debemos hablar, ellos son el ejemplo, él parecía un malhumorado que quería tener pleno dominio de la señora, ella ya parecía agotada de él pero le tributaba sonrisas y lo complacía en cada pedido, casí sin ganas o forzada, pero le era complaciente, el era literalmente un “rompe bolas”, impaciente le criticaba cada foto que sacaba, la ponía a posar moviéndola de un lado a otro culpándola del error de la toma o desconformando todo, ella ni bola le daba, ni se gastaba en contestarle, pero se robaban sonrisas, parece que el tiempo les enseño a aceptarse de esa forma. Verlos nos remontó al futuro, podremos escapar a esa rutina de pareja?, el tiempo lo dirá.
Dejamos los grampones y tuvimos tiempo libre hasta que nos buscara el ferry para la segunda parte de la excursión. Pasamos por un bosquecito que tenía de fondo al Perito Moreno. Nos quedamos obnubilados mirando el glaciar nuevamente, pensando que hacia minutos estuvimos arriba de él y ahora mirábamos su grandeza a distancia. Además escuchamos y llegamos a ver algún desprendimiento.
Almorzamos los sándwiches que armamos en el hotel acompañados del silencio y la vista del bloque de hielo, que hasta ese momento pensamos que era todo lo que se podía ver. También, claro, seguimos haciendo chistes sobre Pedro y Betty, y sobre quien era el que mejor representaba alguno de estos dos personajes de la vida real.

El barco llegó y en pocos minutos ya estábamos rumbo a las pasarelas. La Guía nos dijo que teníamos una hora para ver el glaciar desde los balcones que estaban habilitados. La imagen a bajar del micro nos dejo anonadados. Era como ver un río congelado de una altura de 200 metros y con kilómetros de distancia. Una vez más pensamos que es un lugar para volver y dedicarle más tiempo. Nos falto tomar algo mirando el glaciar, mediar ante tremenda pared de hielo y recorrer todas las pasarelas, pero a nuestro tiempo, no en una hora…
El regreso al Calafate fue rápido porque dormimos gran parte del camino. Estábamos cansados, el minitrekking y subir y bajar escaleras de las pasarelas nos consumió mucha energía. Bajamos en el centro para averiguar qué otras excursiones hacer. Pensábamos hacer Estancia Cristina, pero realmente el precio es privativo para bolsillos nacionales. Casi 600 pesos por una excursión de un día. La cagada es que es la única manera de ver el glaciar Upsala.
Volvimos a la agencia matriz para ver si hacíamos la excursión Todo Glaciares que era la segunda opción, pero nos informaron que eran 6 horas de viaje sobre un barco viendo paredes de los glaciares, el minitrekking que tenia en su itinerario ya no se hace más.

Decidimos ver nuestras opciones. En una cafetería tomamos un chocolate y capuchino con una porción de brownie para compartir. Delicioso. Nos pusimos de acuerdo rápido en que no queríamos madrugar la mañana siguiente, sino descansar hasta tarde y disfrutar a pleno del hotel que tiene mil opciones para quedarse adentro. Tenemos dos días completos libres para ver qué hacemos. Por lo pronto sabemos que mañana iremos a una estancia por la tarde hasta la noche que incluye la cena con cordero patagónico, el plato infaltable de acá (como la centolla más abajo del continente).
Llegamos como a las 20 al hotel a relajarnos y a disfrutar de las comodidades de nuestra habitación de ensueño. Hubo bañera entre los dos, cena y bebimos un poco de Amarula. La noche termino con otra pelina… “500 días con ella”. Hay que verla, quizás le sobra una hora, la última la remonta.
Así, entre almohadas, el sueño nos encontró confundiendo las blancas sábanas con la inolvidable imagen que se selló en nuestra retina, el paraiso llamado “Parque Nacional los Glaciares”, que los sueños nos transporten a este lugar es un placer de ser vivenciado, y así allí nos dirigimos esa noche.
jueves, 18 de marzo de 2010
Del Fin del Mundo al glaciar eterno (17/03/10)
Desayuno y despedida del personal, que tan cómodos nos hicieron sentir. H escribía cosas para el blog y F leía en revistas de turismo que se amontonaban en cantidad en las repisas sobre el próximo destino: El Calafate.

La van que nos trasladó al aeropuerto con puntualidad británica nos retiró y nos depositó en la bella y moderna aeroestación local. Compras en el freeshop (es la única ciudad que tiene ese tipo de comercio para los viajes cabotaje, ya que no tributan IVA en ningún lugar de la provincia, para paliar los costos de la distancia). Preembarque y nuevamente dentro de un avión.
El mar se sacudía con furia por los fuertes vientos que azotaban al Canal de Beagle. El avión estoico, por esas maravillas de la ingeniería aeronáutica, enfrentó el viento y contra él venció y voló. Surcando los helados confines supo, de nuevo, mostrarnos bellas postales de la superficie marítimo continental del fin del mundo, así le dijimos adiós a Ushuaia.
Final para el primer tramo del viaje, el fin del mundo se despedía generando tempranamente una rara nostalgia que promete hacernos volver…

Tras una hora de volar, un desierto, y un pequeño aeropuerto, plagado de turistas extranjeros, nos recibía a la capital nacional de los glaciares, la redescubrida joya global, cuya puerta de acceso afamada hoy en día es El Calafate.
Un pequeño pueblo, con mucha obras de hotelería, que muestran a las claras el boom del lugar, nos recibió. Ahí nos dejaron, los del receptivo “Tiempo Libre” (el mismo que en Ushuaia), en nuestro hotel: “Esplendor, hotel boutique”.

El hotel una sorpresa, lobby enorme, una gran cantidad de personas hablando en distintas lenguas y varías parejas gay que se ajustaban a la etiqueta de friendly que nos invitó a elegirlo. La habitación, para estos dos ahorradores pro vacaciones, superaba lo esperado. Una suite. La mejor: vista al lago y el pueblo, baño compartimentado, living con sillones y diván, detalles de estilo bellísimos, mesa redonda, equipo de audio (dvd y televisor 29”) hasta una piscina redonda bastante grande que estaba en el medio del ambiente en una mixtura que servía de transición entre el sector de lavabo y el sector de camas, dividida de manera tal que se confunde en armonía con toda la gran suite que nos habían designado.

Semejante habitación convenció a los dos tortolitos, cual nenes con chiche nuevo, a pegarse una zambullida en la, como le dicen los mejicanos, “Tina”. Relajante, inspirador y romántico (todo matizado con un cd que resonaba con temas lentos de los 80) y como se imaginarán así nos dimos la bienvenida. El amor dio paso al turista, y ya cambiados nos invitamos a recorrer el centro.
F, como era “San Patricio”, tomó la referencia de Internet de la existencia de un bar irlandés que tras recorrer un importante tramo en taxi resultó que ya no estaba más en ese lugar. De este modo, como buenos Cocos que somos, volver a pie en busca del centro, obviamente caminando lo que no deseabamos hacer al ir con un taxi, pero así somos, catrascas!. Y sirvió para descubrir que la calle principal, Libertador, con pocas cuadras céntricas, bien iluminadas, muy elegantes donde confluye la existencia de bares y cafés con muchas agencias de turismo.
Llamativo el paseo de lo Gnomos, una especie de galería toda en madera con un bar literario hermoso, y el Casino: grande, luminoso, que se aprecia descontextualizado en el ámbito del pequeño centro donde está enclavado.
Cenamos en un pequeño restaurante, el más económico, porque todo es carísimo, más aún que Ushuaia. Y –satisfechos- logramos, a una pocas cuadras sobre la misma calle, hallar un bar irlandés “Don Diego de la Noche”, donde brindamos por San Patricio, por el nuevo destino, por nosotros y por la gente que se apreciaba feliz a nuestro alrededor.

El bar, en madera, estilo irlandés (obviamente), lleno de gente y buena música invitaba a seguir de brindis, ya que muchas promos 2x1 nos obligaban a tomar unos Fernet que nos gustan en demasía. Sumamos tres rondas, que nos decían que valían 20 pesos lo que alcanzaba a cubrir muy ajustadamente el monto de dinero que teníamos en la billetera, pero ya mareaditos por el trago a trago que acompañaba una hermosa charla entre los dos, de la vida, de los proyectos y del futuro, pedimos la cuenta. ERROR, tras mil disculpas de la camarera, decirnos: “Perdón pero me equivoqué, cada ronda sale 30 pesos!”, ambos nos miramos y dijimos: “NOOO, no nos alcanza”, pero con monedas, billetes y restos de vueltos llegar ahí bien justo. De este modo, el frío de la noche, la caminata de pocas cuadras hasta el hotel, el recuerdo de la última anécdota, y el mareo del alcohol empujarnos hasta nuestra habitación donde caímos rendidos ante la comodidad de la cama y el deseo de conocer la maravilla natural que nos motiva esta visita: “El Glaciar Perito Moreno”.
miércoles, 17 de marzo de 2010
Tierra, mar, faro, lobos y cine 3D (16/03/10)

Día de aniversario. Estamos juntos hace 22 meses y esta vez lo celebramos en la ciudad más austral del mundo: Ushuaia. Los festejos comenzaron pasada la medianoche del lunes luego de ver una muy buena película “La joven Victoria” y siguieron durante todo día pues la jornada fue verdaderamente intensa y extensa. En un día recorrimos el Parque Nacional Tierra del Fuego, nos embarcamos en el Tren del Fin del Mundo hasta Bahía Lapataia, vía Lago Roca. Llegamos hasta donde finaliza la Ruta 3, aquella que pasa por Buenos Aires y se hace Panamericana cuyo final al norte está en Alaska. Por la tarde, hicimos la navegación por el Canal de Beagle hasta el conocido (o mal llamado) Faro del Fin del Mundo. Por la noche fuimos al cine 3D, Sí señores, en la ciudad más al sur del mundo existe un cine que pasan películas en 3 dimensiones. En la cena probamos la tan promocionada centolla: creo que le pusimos mucha expectativa porque en la relación precio calidad no salio ganando el marisco (90 mangos para una casuelita que para alguien con mucho hambre sería la entrada).

Mañana. Comenzamos muy temprano, el reloj sonó a las 7.15 y el llamado de la recepción fue 10 minutos después. Salimos corriendo, casi sin desayunar, parece que no calculamos bien y los fueguinos son extremadamente puntuales (o nosotros impuntuales crónicos).
El primer destino fue el Tren del Fin del Mundo, un recorrido en un ferrocarril restaurado y hecho para el turismo, con explicación en tres idiomas (español, ingles y portugués) sobre cómo usaban y explotaban a los presos con el ferrocarril. Cabe recordar que Ushuaia es una ciudad que nació gracias al presidio, así que muchas referencias históricas están marcadas por los amigos de lo ajeno. El tren es pintoresco y el camino fue animado, paso rápido, hubo varias fotos para las postales. Lo único incomodo los asientos tan estrechos para un público que por lo general era bastante voluminoso.

La segunda parada fue el Lago Roca. Ahí comenzamos a soñar y planificar una nueva visita a estas latitudes porque es un lugar para acampar, hacer caminatas (y quedarse horas frente a ese lago helado que compartimos con Chile y hay mucho senderos excelentemente señalizados). Está en la frontera, en el punto más al sur que habíamos conocido hasta ese momento. El camping esta muy bueno y es altamente recomendable, en serio queremos este año aprender a manejar y tal vez pronto hacer una visita por acá, con auto de alquiler (desde el aeropuerto obvio).

La próxima parada fue el Fin del Mundo. Es una manera de decir, porque es donde finaliza la Ruta 3, donde está el cartel que indica los kilómetros a Buenos Aires y hacia Alaska. Antes pasamos por la bahía de Los Castores. Una mini caminata donde llegamos a un dique que armaron los roedores. Todos destacamos lo inteligente de esos animales y los grandes proyectos de ingeniería que crearon. El guía además destacó que son unos modificadores de ambiente. Los trajeron con fines comerciales pero no funcionó y hoy se siguen multiplicando y modificando el bosque. Lo mismo dijo de los conejos que los llamó “una plaga”.

Bahía Lapataia es el punto extremo terrestre es el lugar donde finaliza la cordillera de los Andes. F reflexionaba sobre la magnitud de la cordillera que nace en las rocallosas, tiene su punto máximo en el Aconcagua (Mendoza) y viene a morir aquí en Bahía Lapataia… Ahí estuvimos y celebramos haberlo visto.

Tarde. La excursión finalizó en el puerto. Esperamos hasta las 15.30 cuando partía la segunda que era la navegación. Hasta último momento estuvo en duda la realización de la travesía, pues el clima no acompañaba, hacia frío, llovía y corría mucho viento. Embarcamos sin saber si íbamos a salir, pero finalmente zarpamos.

Navegar por el Canal de Beagle es una experiencia digna de ser vivida. Más si uno se ubica mentalmente en qué parte del globo está; a cuantos kilómetros de Las Malvinas y de la Antártida y sobre todo que nos estábamos acercando al punto más al sur que podíamos llegar. Eso si fue estar en el culo del mundo!.

Pasamos por una isla (creo que Susana) donde había unos pájaros símil pingüinos y bajamos en la isla Marie Anne, un islote de quizás un kilómetro de circunferencia donde pudimos caminar, sentir más frío y sobre todo tener una vista excepcional de la ciudad.

El recorrido siguió con el catamarán hasta la isla de los lobos… donde vimos una colonia de lobos marinos que hacían la suya. Nos sorprendió el frío y el viento del lugar. Ellos, dormían tranquilos… estaban en su salsa…
La embarcación, que por momentos se movía demasiado, llegó hasta el Faro “Les Eclaireurs”, se lo conoce como el Faro del Fin del Mundo, pero no lo es… La guía fue muy astuta al nombrarlo como el faro de la Ciudad del Fin del Mundo. Pero es el emblema global que se asocia a esta ciudad en constante crecimiento.

El trayecto desde la isla de los lobos hasta el faro lo hicimos en la parte superior de la nave. Nos agarrabamos de donde podíamos para no caer, valía la pena estar ahí arriba para ver el lugar con nuestros ojos, sentirlo, vivirlo. No es lo mismo observarlo desde el interior de catamarán con calefacción y un cafecito. Nos mojamos, sacamos muchas fotos, muchas desechables, otras para concursos de fotografía (es otra cosa que nos gusta a ambos, tomar fotos de lugares, en otros de los sueños despiertos que tenemos, queremos equiparnos con buenas cámaras y tomar fotos por el mundo).
Volvimos mojados y tiritando abajo con el resto del pasaje. La vuelta fue rápida y bastante movida. Por momentos pensamos que íbamos a vomitar. Por lo menos H estuvo a punto.
En tierra firme pasamos a tomar un chocolate de cortesía y nos pusimos de acuerdo para ir a ver el cine. Cuando estamos esperando a salir en la excursión, vimos en la Oficina de Turismo que a las 20 y 22.30 daban Alicia en el País de las Maravillas en 3D. Debemos confesar que fuimos mal pensados y prejuiciosos. No creímos que habría un cine 3D y en su lugar pensamos que algún distraído pensó que el titulo del film de Tim Burton era completo “Alicia en el País de las Maravillas en 3D”. Somos malos, lo sabemos.
El cine parece que es un galpón de la antigua prisión, pero en su interior no tenia nada que envidiar a las salas porteñas. El contraste lo notamos al finalizar la película. Cuando la gente estaba saliendo, abrieron la salida de emergencia y se veía el pasto de la parte trasera del terreno. Sí, desde la butaca, veíamos una puerta y desde ahí pasto verde humedo por la garúa de la tarde. Parecía una visión más después de la fumada película de Burton.

Noche. Después del cine fuimos a cenar. Era “La Cena”, desde que llegamos decíamos que teníamos que probar la centolla, buscamos precios y cómo es mejor degustarla. Pero el lugar elegido estaba cerrado y caímos en un restó que no nos gustó mucho. La atención 5 puntos (sobre 10) y somos buenos. Como gasoleros preguntamos si las porciones son para compartir y el mozo miro como si hubieron cometido una herejia! y solo atino a decir: “Los platos de centolla son individuales”… igual pedimos una entrada de rabas y probamos la centolla en cazuela. Debemos decir que es muy rica. Pero solo eso. No nos enloqueció… quizás en el lugar no la prepararon bien…

Volvimos caminando a la posada, luego de un día muy largo. Llegamos a las 11.30 y comenzamos a prepararnos para dormir, estábamos exhaustos y era nuestra ultima noche en ese lugar de ensueño. Las 12 nos encontraron dentro de nuestra habitación (la N°13), un día más de este hermoso viaje se acababa y un aniversario más fue celebrado, este, como ningún otro, nos mantuvo juntos las 24 horas del día. Pero H roncó a más no parar antes que el amor los hallara unidos y F enojado se dio media vuelta y se durmió, al día siguiente todo bellamente siguió.
martes, 16 de marzo de 2010
Lunes de Glaciar, frío y mucha caminata (15/03/10)

El despertador de uno de los celulares nos sobresaltó, cual marmotas remolonas, dimos vueltas, pero el desayuno que parecía se iba a terminar nos hizo poner en pie.
A donde ir, sin excursiones pactadas la idea era encontrar un lugar que nos satisfaga a los dos y así se impuso dejarnos llevar y tratar de llegar a un glaciar que se encuentra a 7 kms de la ciudad. El Glaciar Martial parecía una excelente alternativa.
Primero sacamos algunas fotos del puerto, y otras hermosas panorámicas, sin dejar de notar que la nieve había aumentado en las montañas, hermosa sorpresa, porque ni por asomo esperábamos ver nieve en el verano, aún en este lugar. Del decir de los lugareños y en consonancia con lo que la gran mayoría piensa: “El clima está cambiando”.
En ese esperar la mejor toma y buscar como llegar al Martial, se nos presentó la salvadora idea de tomar un taxi, simple y sencilla. De este modo se nos presentó una posibilidad y haciendo gala de poner nuestra mejor cara de argentino gasolero (en contraste con el europeo con euros), preguntar cuanto nos sale llegar a la base del lugar donde funciona una aerosilla, y contra los 40 pesos que en las agencias nos decían iban a cobrar, incluso en el mismo hotel, encontrar que el viaje se estimaba en 17 a lo sumo 20 pesos, ante excelente oferta, allí nos subimos.
Pero no llegamos hasta el lugar deseado. Todas las calles de subida al lugar estaban cortadas. Mucha policía. Preguntando a estos nos dijeron: “Está la Presidenta en el hotel Las Hayas”. Luego nos enteramos que había inaugurado un gasoducto que une el continente con la isla por debajo del mar en el pasaje de Drake. Otra anécdota.

Lo malo. Subir cuatro kilómetros a pie. Frío y luego calor, todo en subida.
Lo bueno. Las hermosas vistas que el camino regalaba a cada paso, tras cada curva y tras cada falta de oxigeno que nos afectaba por nuestra falta de entrenamiento. Y un hermoso contexto boscoso que transformaban esos espacios en paraísos dejados por dios para recordarnos de lo que podemos gozar en el más allá.
En el camino pasamos por el hotel donde estaba hablando la señora Presidenta, H habló con una mujer policía, buscó más datos y hasta intentó convencer a F de entrar o acercarse a ver si podía conseguir un encuentro cara a cara con la señora, pero éste tanto no se la banca e invitó a H a ir que él lo esperaría junto a la ruta mirando los bosques. La conclusión: ambos siguieron camino y escucharon algo del discurso de Cristina por la radio de las interminables hileras de autos que estaban estacionados a la vera del camino.

Y seguimos camino, entre hoteles y cabaña de primer nivel, hasta llegar a la base del glaciar, un lugar que permitía ver la pared de la montaña toda blanca, pero antes empezar una pizza y un litro y medio de agua, nos dieron las fuerzas para tras pagar los 40 pesos (entre los dos) subir a la aerosilla que nos ayudaría a hacer más fácil el ascenso al glaciar.
Como buenos “Cocoas” ambos temiamos que la aerosilla nos derribara de un golpe. Tal fue el miedo que H se puso medio de mal humor, pero lo superó gracias darse cuenta que F, callado y sin exteriorizarlo, también temía lo peor de esa experiencia y entre risas, subir, nada más que ver y disfrutar de ése hermoso lugar. Pero que frío que hacía! Tras cartón llovía agua nieve, y los pantalones, ropa común, un jean y un pantalón deportivo, empezaron a humedecerse, así que, tímidamente, y mirando para todos lados para que nadie los viera, abrazarse un rato, y robarse un pico, tímido pero que dio un poco de temperatura, de esa que solo los tortolitos pueden brindar.

Bajamos, y contentos, más allá del frío, nos puso el ver mucha nieve, así que empezamos a seguir un sendero que nos aproximaba cada vez más a la montaña, conforme los carteles indicaban que ese era el camino al glaciar.
Caminamos, nos resbalabamos, el viento nos empujaba, el frío cortaba nuestra cara, pero las fotos solo pueden graficar lo impactante de animarse a hacer esos tramos. La nieve nos rodeaba, las vistas nos impactaban, el viento nos helaba, pero ver que adelante y a los costados dos moles de piedra nevada y bosques nos impactaba para ir por más. En el interín vimos otra pareja de chicos que ayer reconocimos, tal como si fueran pares que buscamos encontrar, en el presidio, que apresuraban su paso tal como si llegaran tarde al encuentro con el señor Glaciar, parecían más callados y decididos en el silencio a ascender, no como nosotros que a cada paso nos reíamos el uno del otro.
Pero no se pudo. El glaciar quedó para otra oportunidad. Lo intentamos pero el camino se hacía escarpado, resbaladizo y cada vez más nevado. No contábamos con ropa adecuada y el descenso se tornaría mucho más peligroso. Ante semejante cuadro, ambos decidimos volver y preservarnos en estos primeros días, sumado a la incontrastable realidad de que en días conoceremos el imponente “Perito Moreno”. Arriba quedó el glaciar y la otra pareja de muchachos que se animó a mucho más pero que también vimos empezaban a descender entre resbalones y ayudas recíprocas, tal como este ejemplar de “Cocoas”, ellos tampoco pudieron, a lo que digamos, nos puso contentos un poquito, porque pensamos: “si estos cocoas no pudieron, como van a poder otros cocoas similares”. Otra vez será, seguiremos participando.

Bajamos felices por otro caminito, uno que se internaba en un bosque. Hermoso era escuchar el viento fuerte que hacía que los árboles se agitaran entre sí, al tiempo que la nieve acumuladas en sus copas caía sobre nosotros. DESLUMBRANTE el minuto que usamos para meditar escuchando solo el sonido que la naturaleza en ese instante nos regalaba, y con esa sinfonía bajamos a tomar algo caliente a una hermosa casa de te, donde comimos unas tortas chocolate y un café irlandes, para satisfechos volver al hotel. La plenitud y las narices rojas del frío denotaban que estábamos completos y felices por hoy y las ganas de lograr el objetivo, simplemente, nos invita a un volver. Será en un futuro y deseamos sea aún estando juntos. Apostamos por eso.-
Y ahora, tras unos hermosos baños con hidro, relajarnos, ver una peli, y recobrar energías para disfrutar de nuestras próximas aventuras. Que siga el viaje.
lunes, 15 de marzo de 2010
Principio en el Fin del Mundo (14/03/10)

Comenzar una travesía, un viaje, o una aventura, como mejor le siente al interesado lector decir a sus vacaciones, pués eso son: el momento para volar, y dejar atrás todo lo cotidiano que a todos nos iguala como comunes mortales.- Un momento también para pensar, volver a conectarse con tu par y con uno mismo. Un momento para proyectar a futuro, cargar pilas y claro… pensar en futuros viajes!..
Primero conocenos: somos dos personas que se aman, dos individualidades muy marcadas que intentan demostrar que no todo es cómo se piensa, que no todo es fugaz, que no todo tiene que ser pasajero y terminar pronto. Nuestros nombres (perdón, no nos presentamos!): Francisco y Hernán, una feliz pareja que banca al amor, más allá de los prejuicios y del que dirán!.-
Y –siguiendo- aquí, justamente en ese momento de distinción de lo ordinario que marcamos, se encuentran estos dos comunes mortales, dos personitas caprichosas y dichosas por tenerse uno al otro, quienes gestaron este viaje que hoy comienza.-
Viaje que encuentra su principio en el fin, justamente en el confín sureño de nuestro planeta: USHUAIA.-
Madrugada del 14 de marzo de 2010. Comienza una nueva travesía, un nuevo viaje (nota: ambos tenemos el hermoso hobbie de VIAJAR, conocer nuevos lugares, explorar otros ya conocidos, estar en tránsito, pues la vida misma no es eso? Un camino que hay que recorrer y si es junto a un par que amas y el paisaje acompaña, que más se puede pedir). Volvemos. 5.40 de la madrugada, vuelo de LAN, Buenos Aires – Ushuaia, las dos últimas ubicaciones para ir juntos, AL LADO DE LA SALIDA DE EMERGENCIA!, la risa nos ataca, un denominador entre nosotros, reirnos de todo, todos y con todo! (incluso también cuando la afamada frase se presenta: “al mal tiempo buena cara”). El viaje de casi cuatro horas se hace corto. Nos dormimos. Al despertar, ya cerca de las nueve de la mañana, el mar en lo bajo se muestra azul profundo. Y ahí, cerquita, muy cerca, la costa, algunas casas, pocas, se dibujan en un entorno desértico y extenso, imaginamos que llegamos a la Isla Grande de Tierra del Fuego. Al rato, y casi sin esperarlo se empiezan a levantar algunas montañas, sorpresivamente cubiertas de un manto blanco, nieve! (más tarde nos enteramos que se produjeron durante la noche las primeras nevadas de la temporada). Y así se precipita el anuncio del Comandante: “vamos a comenzar nuestro descenso” y sentimos como el avión comienza a iniciar su descenso, acercándose al casí antártico océano Atlántico, de verlo, da frío.
Giros de avión nos aproximan, vemos por momentos el mar y en otros el sol que se esconde tras unos grandes nubarrones que contiene y contuvieron los blancos copos de nieve que cambiaron el paisaje del lugar, y tras sortearlos (produciendo algunos cimbronazos en el avión) vemos la costa, montañosa, imponente, boscosa, no hace falta que nos indiquen que estamos en presencia de los últimos kilómetros de ese macizo millonario en años que se llama “Cordillera de los Andes” (vestida en parte de blanco), la piel se eriza, es que allí vemos como se esconde tremenda montaña en el mar para terminar en las gélidas aguas azul profundo del Atlántico Sur que con sus olas blancas de sal le dan la bienvenida. La vista se atrapa ante esa belleza. Sentirse nada es poco, sentirse feliz nos justifica. Y aún más avanzados se nota el batir de un mar alterado contra una ciudad que se observa tranquila y protegida por la cordillera que en blanco se le presenta por detrás. Así, llegamos a la ciudad más Austral del Planeta.
Tras el aterrizaje retiramos las mochilas y en la puerta de salida nos esperaba una muchacha con un cartel que rezaba “Fx2”. Salimos del aeropuerto que es como un enorme cabaña de madera donde conviven lo rustico y lo moderno, se pueden ver grandes vigas de madera que son el techo de un freeshop y cobija todas las comodidades que tienen los aeropuertos.
En el viaje al hotel la mina ya nos quiso encajar una excursión. Zafamos bien, dijimos el siempre tan eficaz “después te confirmamos” y llegamos al hotel. Un lugar de ensueño. Patagonia Jarke se llama, llegamos a estos lugares por una agencia gay, como para sentirnos más cómodos. Y así nos estamos sintiendo, la gente que trabaja tiene buena onda y todos parecen, como esperamos sea nuestro futuro, realmente amigables, comprendiendo que el amor nos iguala y que no interesa quienes sean los agraciados por vivir tan bello sentimiento.
El hotel realmente bello, tiene varios living entre las habitaciones, en varios pisos a los que se accede por escaleras o un ascensor ubicado dentro de una especie de torre de castillo antiguo. El interior delicadamente decorado con sillones grandes, lámparas, hasta sillones mecedores y divanes, y detalles tales como hogares y adornos que resaltan la calides del lugar, que se compadece con una agradable calefacción que nos permite andar a gusto con una remerita (pese las muy frías noches que precedieron nuestra llegada). Sumado a un hermoso lobby y sector de desayuno que asemeja un inmenso jardin de invierno que permite ver el cielo y el hermoso paisaje circundante. Para recomendar gente!.
La habitación. Sorpresa. Supuestamente teníamos una habitación estándar, pero nos reasignaron (habrán pensado que eramos mieleros siguiendo la nueva tendencia de casamientos entre personas del mismo sexo?) a la mejor suite, con una mini recepción con espejo de cambiador, baño con hidro, cama king (sentirse cerca hasta es difícil), sillones y, la joya, una imponente vista a la bahía y las montañas nevadas tanto de nuestro país a un costado como las chilenas que quedan justo enfrente. Todo pintado en colores pasteles, cortinado al tono, piso de parquet marrón claro, y ropa de cama que invitan a sentirte más que cómodos. UNA JOYA! Y por el módico precio que nuestros ajustados bolsillos pudieron pagar. Y nosotros chochos, sino fuera por…
Nuestro primer inconveniente. Cuando nos acercábamos a nuestra habitación, Francisco preguntó a Hernán: ¿Vos tenes la cámara?... H miró con cara de pánico y un aire frío le recorrió el cuerpo. La cámara de fotos (que se la había pasado para sacar una fotos al aeropuerto que nunca fueron tomadas), a horas de llegar al primer destino de un viaje de 16 días, ya no estaba. Silencio y preocupación, miradas cruzadas y recuerdos de ambos en sus mentes (el año pasado les robaron una mochila con cámara de fotos, lentes, mp4 y mp3, celular y billetera en Brasil, en el 4 día de un viaje con extensión similar a este).
Por suerte la señora que los recibió los calmó. “Llamo a la agencia y pregunto si quedó en la combi”, dijo ella para intentar calmar a los dos huéspedes, que no se mostraban alterados pero sí preocupados… Entraron a la habitación, pese a su belleza, de lo único que hablaban era sobre la cámara y sus últimas acciones.
Volvieron a la recepción para saber si tenían noticias del objeto perdido pero había que esperar. Mientras hablaron con la señora de cosas sin sentido, sonó el teléfono con la noticia que ya traían a la bendita cámara. Estaba en el asiento de la combi.
El primer escollo pasó y quedó como algo entre cómico y anecdótico. Sucede que H esta vez estaba teniendo muchas actitudes “cocoinas”, esto es: accidentes sin sentido que son tragicomicos. La perdida de la cámara a segundos de llegar a destino no le pasa a todo el mundo, solo a un “cocoino”. La segunda de H (quizás tercera o cuarta, porque en el avión también se sintió mal) sucedió en el baño. F se dio un superbaño relajante y le preparó la bañera a H. Con tanto cariño y dedicación F armó el baño, puso jabón y creó clima. Cuando fue H a sentarse en el bañera, la misma se REBALSÓ e INUNDÓ todo el baño!!!!... una actitud cocoina más…y el coco F secaba y secaba las huellas del accidente que amenazaban llegar al parket!
La noche fue larga, no habíamos dormido, y comenzó a pesar el sueño. Después de hacer una mini siesta, eran cerca de las 10, a la primera tarde salimos a conocer el centro de Ushuaia.
El frío helaba nuestra habituada piel a los calores veraniegos de la ciudad de Buenos Aires. Y un domingo tranquilo, como en cualquier ciudad del interior en horas de la siesta daban sensación de paz extrema. Ahí aparecimos en la Av. San Martín (la principal) donde todos los restaurantes y comercios se reúnen, y comimos algo en uno de estos. Los precios caros, como en todo Ushuaia, muy caros por momento para nuestro nivel de gastos y en comparación con Baires.
Satisfechos seguimos camino, deshaciendo metros en un “foto tras foto” que ilustrarán los hermosos paisajes montañosos y de mar que aparecían en cada esquina (mirando a la izquiera o a la derecha).-
Incluso bajamos a la costanera que está a una cuadra paralela a la señalada calle principal y nos maravillamos con la innumerable cantidad de postales que el Beagle, la ciudad y la montaña nos tributaban, parecíamos soñar, pero el viento helado y las gotas de lluvias intermitentes que se desplomaban en el último rincón sureño de este planeta nos hacían despertar.-
Paso a paso, cuadra a cuadra, y siguiendo el consejo de la tan necesaria y obligada consulta al centro de información turística local, que todo viajero hace al comienzo de cualquier periplo, llegamos al museo marítimo y a la afamada vieja penitenciaría del fin del mundo (lugar donde hace más de 70 años y por otro periodo casi tan extenso, se trasladaban a los presos más peligrosos de nuestro país). El lugar es interesante, recorrer esas celdas nos dan una pauta de los sufrimientos que esas personas, a veces injustificadamente, sufrían, tan solo con estar ahí. Contarlo no es nada comparado con sentirlo, por eso los invitamos a recorrer el pabellón que no está restaurado para sentir en carne propia el frío del lugar, la soledad de las celdas y lo imponente de sentir coartada tu libertad, entonces, en un lugar tan inhóspito como ésta isla que hacía imposible el intento de cualquier huida, el frío y la lejanía de cualquier lugar, atentaban con cualquier deseo de fuga.
Hoy el lugar es testimonio de esas épocas y, como tal, refuerza su identidad como emblema al transformarse en un museo, donde la tortura y la infelicidad dieron paso a la alegría del arte, ya que algunos de sus pabellones se muestran como centros de exposición, dejando así de lado la fealdad y el horror de los martirios allí vividos por la belleza de las obras positivas del hombre. El tema dio que hablar y argumentar, sin dejar de pensar en qué es lo que hoy pasa, y todas las contradicciones que como sociedad hallamos ante la imposibilidad de sentir seguridad por la delincuencia.-
Y terminamos, no sin antes mostrarnos un modelo a escala del verdadero faro del fin del mundo, que realmente no nos impactó pero formaba parte de la función, en la galería de arte sacándonos fotos graciosas y meditando sobre las contracaras que el museo muestra, el pasado y el presente nos dieron fe en un mejor futuro, y volvimos al frío de la calle, que se acompañaba por un fuerte chaparrón, que a poco de caminar una cuadras amainó.
Volvimos al hotel, pedimos un delivery, comimos, y a roncar. Intentamos ver una película, pero primero H y luego F cedieron al placer de dormir que nos conectó con el fabuloso mundo onírico del descanso nocturno, es que las pocas horas de sueño se impusieron a las ganas de hacer algo más. Total mañana será un día nuevo y este lugar invita a sorprendernos y alejarnos, ya en poco tiempo, de la realidad que quedó en Buenos Aires, se puede escapar a esa invitación?: obviamente, NO.-